En la sociedad actual, cada vez son más las personas mayores que se encuentran en situación de soledad.
Se entiende a la soledad como un sentimiento de vacío, tristeza, o no tener a nadie a quien acudir. Además, la soledad puede ser objetiva “estar solo” o subjetiva “sentirse solo”. El “estar solo” va asociado a aislamiento, mientras que el “sentirse solo” va asociado a melancolía, añoranza y tristeza. No obstante, cabe mencionar que no podemos olvidar que no todas las personas que viven solas, se sienten solas, aunque si suelen tener un menor sentimiento de estar integrados en la sociedad (Rubio y Aleixandre, 2001).
Por otro lado, son muchas las situaciones o cambios en el ambiente, como la jubilación o la viudez, los que pueden contribuir a que las personas mayores se sientan solas. Últimamente, los cambios en los estilos de vida en las ciudades, así como los avances en las nuevas tecnologías propician los sentimientos de soledad en las personas mayores. En el primer caso, por el estrés y el ritmo de vida orientado al trabajo de la sociedad actual, que hace que los hijos puedan dedicarle un menor tiempo a los padres, ya mayores. En el segundo caso, los avances en las nuevas tecnologías pueden hacer que los adultos mayores se sientan desplazados al no entender el uso de los últimos aparatos tecnológicos ni las conversaciones referentes a ellos. Debemos potenciar el uso de las nuevas tecnologías por parte de los mayores, pues estas ofrecen una diversidad de posibilidades en la mejora de la calidad de vida de los mayores.
En mi opinión, es importante la asistencia a talleres para prevenir la soledad, en donde la interacción social sea mayor y entre los mismos participantes puedan encontrar apoyo y compañía.
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ResponderEliminarHay diferentes estrategias para afrontar la soledad según los recursos al alcance de las diferentes personas y de la sensibilidad e intereses diferenciados. No obstante, yo creo que el desarrollo de actividades domésticas, la televisión, la radio, el retorno o aumento de las prácticas religiosas, las comunicaciones telefónicas, los centros destinados especialmente para mayores (CIAM), la participación en actividades culturales, turísticas o de ocio y mucho más raramente las segundas parejas, constituyen recursos que salen al paso de la necesidad de vivir estimulado y no sucumbir en la soledad.
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